Geografía
1. Medio físico: a. Relieve. b. Clima. c. Vegetación y fauna. d. Hidrografía. 2. Población. 3. División regional. 4. Economía: a. Agricultura y ganadería. b. Industria. 5. División políticoadministrativa.
Es una gran isla situada en el Hemisferio Sur, entre los océanos Índico y Pacífico, generalmente considerada como un continente. Su extensión, de 7.686.849 Km2, según unas fuentes, y 7.682.300 Km2, según otras, queda muy lejos todavía del menor de los continentes, Europa, con 10 millones de Km2, pero es varias veces superior a la mayor de las islas conocidas. A. se encuentra prácticamente despoblada; sus 17 millones hab. (1993) dan la densidad más baja de los continentes, y para A. supone un índice ligeramente superior a 2 hab/Km2.
La peculiaridad geográfica de A. proviene de dos hechos: su situación en el Hemisferio Sur, y su configuración. A. se encuentra a caballo sobre el Trópico de Capricornio y se extiende hasta los 10° de latitud sur, de una parte, y hasta los 38° de otra. De Este a Oeste cubre más de 30° de longitud.
1. Medio físico. A. es un continente macizo, muy poco recortado. Geográficamente, su configuración se aproxima mucho a la de una figura con el máximo de superficie para un perímetro mínimo, o de línea de costa en este ceso. En Europa ningún punto se encuentra a más de 1,000 Km. del mar. El interior de A.
se halla a más de 1.500 Km. de la costa más cercana. Esto sucede también en otros continentes, pero su configuración topográfica favorece la penetración de las influencias marítimas hasta el interior de los mismos; sin embargo, en A., dada la circulación de las masas de aire en las bajas latitudes, las influencias oceánicas quedan limitadas a la costa y muy pocos kilómetros hacia el interior.
a) Relieve. De una forma esquemática, podrían dibujarse en A. una serie de círculos concéntricos en la que todos los caracteres geográficos, la población, la vegetación, el clima, la topografía, etc., se van degradando hacia el interior. A. es uno de los bloques más estables de la corteza terrestre, y en esto, como en el clima, recuerda al África sahariana. La mayor parte de A. no ha sido nunca recubierta por los mares, excepto en los bordes, y ello de una manera episódica, y en el tercio oriental del continente. A. se halla, pues, emergida desde los tiempos más remotos de la historia orogénica de la Tierra. Tampoco ha sufrido apenas los embates de los diferentes ciclos orogénicos que han estructurado el relieve terrestre. La única Cordillera australiana, la cordillera oriental, rebasa escasamente los 2.000 m. de altitud. Las formaciones sedimentarias del interior tienden a conservar la disposición horizontal de los estratos. El bloque australiano ha estado sometido ininterrumpidamente a la sucesión de los ciclos erosivos subaéreos, que han arrasado una y otra vez el continente. Ésta es otra particularidad de A., cuya altitud media, 210 m., es la más baja de todos los continentes: las tres quintas partes se encuentran a menos de 150 m. sobre el nivel del mar. A. aparece pues, como un inmenso navío anclado en los océanos australes. Por todo esto, las líneas generales del relieve son muy sencillas. Desde el punto de vista morfológico se distinguen tres grandes conjuntos regionales: las plataformas y penillanuras occidentales, la Cordillera oriental y la Depresión central.
Penillanuras occidentales. El escudo sobre el que se asientan es antiquísimo. Salvo en el reborde costero, los materiales que constituyen la mayor parte del mismo son precámbricos; es decir, anteriores a los primeros plegamientos conocidos de la corteza terrestre. Intercalados entre estos materiales tan antiguos afloran también grandes bloques de granito y de gneis. El bloque occidental de A. se encuentra casi intacto. Todo indica que las deformaciones, si se han producido, han sido de gran radio con muy poca repercusión sobre el relieve de conjunto. En cambio, parece comprobado que dicho bloque ha sufrido movimientos epirogénicos de ascenso y descenso, en ocasiones de varios cientos de metros, que han realzado y reducido el vigor del relieve, respecto de la Depresión central, de la que se hablará luego. Estos movimientos de ascenso y descenso son los que han reactivado las acciones erosivas, cuya impronta depende, sobre todo, de la naturaleza del sustrato rocoso. El último movimiento ascensional debió realizarse muy a finales del Terciario, ya en los albores del Cuaternario, y consistió en la elevación del bloque hasta su nivel actual, a unos 300 m. de altitud. Los macizos montañosos de esta parte de A., no son, pues, más que restos de antiguas cordilleras que, por razones litológicas, han soportado los embates de la erosión. Por eso no pueden señalarse alineaciones de cordilleras, sino simples macizos sin relación aparente de unos con otros. Al N, a lo largo de la costa NO, se encuentran tres de estos macizos separados por depresiones. El Arnhem Land o Tierra de Arnhem, entre el mar de Timor y el golfo de Carpentaria, no llega a los 800 m. de altitud. Es el bloque de menor significación morfológica. La baja latitud á que se encuentra, 12 a 15°, y, sobre todo su situación entre mares, permiten la existencia de multitud de pequeños ríos que han mordido los bordes del bloque, dejándolo reducido a una sucesión de interfluvios entre profundos cañones. Por el sur, el Catherine River y el Roper River, cuyas cabeceras casi se juntan, separan la Tierra de Arnhem del resto del escudo australiano.
Mucha mayor significación morfológica tiene el macizo de Kimberley, en la costa NO. El macizo queda individualizado por los ríos Ord al NE, Fitzroy al SO, y Curt Creek en los confines del desierto, que no es sino un cauce secó que se pierde en las rocas del interior. Los accidentes de estos ríos, especialmente los que corren al norte, han llevado sus cabezas muy al interior del macizo, de manera que éste da una línea discontinua de crestas, dirigida de NO a SE, que forman los King Leopold Range y culminan en el monte Ord de 938 m. En realidad, esta alineación montañosa no es otra cosa que el frente abrupto del macizo estructuralmente disimétrico, que mira hacia el S. Del lado de la costa el levantamiento reciente del escudo australiano ha reactivado la erosión produciendo una serie de entalladuras perpendiculares al litoral, cuya génesis parece estar relacionada con las líneas generales de la estructura precámbrica. Entre la Tierra de Arnhem y el macizo de Kimberley se abre la depresión del Victoria River, que aboca al golfo de José Bonaparte. Finalmente, el macizo de A. occidental es el más extenso y elevado, entre los citados anteriormente. De N a S cubre más de 600 Km., y otros tantos de O a E. El accidente topográfico más notable lo constituyen la sucesión de valles fluviales, sensiblemente paralelos de dirección SENO que, como en el caso del macizo de Kimberley, siguen las líneas fundamentales de la estructura precámbrica. De N a S se suceden el Oakover River, el Fortescue River, el Ashburton River, el Lyons River, etcétera. Más que por su importancia hidrológica, todos estos ríos interesan porque permiten reconstruir con cierta aproximación la evolución morfológica del occidente australiano. Se trata de ríos seniles, de escasísima pendiente y amplio cauce semivacío, que al llegar a la costa se vuelcan en rápidos y torrenteras y labran profundas entalladuras en el reborde del zócalo. Todo ello acusa el reciente levantamiento del escudo.
El relieve aparece constituido por crestones resistentes a la acción erosiva. Por todas partes predominan los vestigios de las superficies de arrasamiento que se han sucedido desde la Era Primaria. Al norte, inmediatamente sobre el río Fortescue, se levanta el murallón del Hamersley Range con alturas superiores a 1.000 m.: monte Bruce, 1.224; monte Brackman, 1.114, y los Ophthalmia Range, algo más bajos. El resto de los accidentes morfológicos del macizo no son más que espolones resistentes a la erosión, que emergen sin ninguna continuidad sobre la superficie de arrasamiento: monte Augustus, 1.108; monte Gauld, 720; monte Essendon, 910, etc.
En pleno corazón del continente se levantan otros dos macizos, sensiblemente paralelos y dispuestos de NO a SE, separados por una depresión tectónica.
El más interesante es el situado al norte, que forma los Macdonnel Ranges, en los cuales cabe distinguir toda una serie de crestones paralelos de rocas duras, cada uno de los cuales da lugar a una pequeña cordillera: Stuart Bluff Range; Treur Range; Reinald Range; etc. La máxima altitud es el monte Zeil, a 1.510 m. El macizo del sur se descompone también en una sucesión de aristas resistentes: Petermann Range, Musgrave Range, Everard Range, etc. El punto más alto es el monte Woodroffe, a 1.515 m.
Entre los cuatro macizos fundamentales se extienden áreas deprimidas, enormemente secas, donde la morfologia reviste todos los caracteres del relieve desértico. Entre los macizos de Arnhem y Macdonnel se haya el desierto de Barkly; entre los macizos de Kimberley, el mismo Macdonnel y el occidental, el Gran Desierto de Arena y el pedregoso desierto de Gibson; finalmente, al sur de los dos últimos macizos se encuentra el Gran Desierto Victoria. En todos estos desiertos abundan profusamente los lagos salados: Mackay, Macdonnel, Hopkings, Amadeus, al pie de los macizos centrales; Carnegie Disappointment, Dora, al pie de los macizos occidentales. Al sur de los últimos macizos, entre la ciudad de Perth y la Gran Bahía Australiana, el escudo precámbrico aparece constituido por un bloque de granito sobre el que la superficie de erosión se conserva sin apenas deformaciones. Lo más notable de esta región es la abundancia de lagos salinos, por lo que también se la conoce como la Región de los Lagos. El origen de estos lagos no está suficientemente aclarado. Las escasas precipitaciones de la zona alejan toda posible interpretación de un origen actual. Para la mayoría de los morfólogos se trata de restos de una antigua red hidrográfica desarticulada durante el último arrasamiento de la penillanura. La fuerte evaporación produce el tapizado de los fondos lacustres con sedimentos finísimos que impermeabilizan el sudsuelo, impidiendo la escorrentía subcortical.
La Cordillera oriental. El extremo oriental de A. está festoneado por una alineación montañosa que bordea la costa desde la península de York hasta Tasmania. De N a S la montaña va ganando en altitud. Primeramente la cordillera se insinúa con elevaciones en torno a los 1.000 m. A partir de Brisbane hacia el sur la compacidad y elevación aumentan hasta constituir una verdadera cordillera que culmina en el monte Kosciusko, de 2.230 m. de altura. Aunque la elevación de la cordillera no es muy grande, su situación en la costa oriental condiciona multitud de hechos geográficos de las tierras interiores. La Cordillera Australiana dista mucho de ser una barrera continua. Ni siquiera tiene una denominación única. A veces se llama Cordillera divisoria, en ocasiones Alpes australianos y Montañas Azules, etc. Una ojeada de conjunto al continente australiano y a las islas próximas del norte, sugiere una relación estructural entre la Cordillera Australiana y las cadenas que a través de Nueva Guinea y Borneo enlazan con los ejes asiáticos del plegamiento alpino. Pero la realidad es mucho más complicada. El arco australiano, como estructuralmente se denomina a esta cordillera, es el más occidental de los arcos del Pacífico, perceptibles unas veces en las orlas de archipiélagos, incluida Nueva Zelanda, y detectables otras en las fosas submarinas. La historia geológica de la Cordillera Australiana tiene episodios, cuya explicación se encuentra a muchos miles de kilómetros del continente. Todos los materiales que constituyen la cordillera son primarios o precámbricos, excepto una pequeña orla litoral en la que se disponen caóticamente terrenos mesozoicos. El eje de la cordillera es el gneis y pertenece a fases orogénicas muy dispares. En el extremo norte son frecuentes las extrusiones volcánicas. Todo este edificio estructural fue arrasado por las sucesivas penillanuras que se inscribieron en el viejo bloque cortical australiano. La misma fase orogénica que elevó unos 300 m. el bloque occidental levantó también los bloques orientales hasta más de 2.000 m. Los viejos materiales se fragmentaron en bloques, dando enormes escarpes de falla, horst y fosas tectónicas, que constituyen una de las originalidades morfológicas de la cordillera. Muchas de las antiguas líneas de fractura de dirección NOSE se rejuvenecieron al tiempo que surgían otras nuevas sensiblemente perpendiculares a las anteriores. La Cordillera Australiana se descompone así en un laberinto de bloques y fosas de direcciones contrapuestas, que hacen de la misma una alineación discontinua y abrupta tal como se ha explicado antes.
Depresión central. La tercera gran unidad del relieve australiano es la Depresión central, conocida también como Gran Cuenca Artesiana y cuenca del lago Eyre. Sin embargo, el nombre de Depresión central le conviene mejor, ya que en la misma se incluyen dos mitades diferentes: la cuenca Artesiana propiamente dicha y la cuenca del río DarlingMurray. Desde el golfo de Carpentaria al N, hasta la Gran Bahía Australiana al S, dejando al E la Gran Cordillera y al O el escudo australiano, se extiende una zona deprimida cuya altitud media es inferior a 100 m. y en ocasiones como en el lago Eyre, desciende por debajo del nivel del mar. Se trata de una depresión estructural, que ha venido funcionando a modo de geosinclinal desde el cámbrico. Pero los materiales, que actualmente colmatan la fosa, son en su mayor parte mesozoicos y terciarios. Durante el cretáceo, posiblemente en una transgresión del mismo signo que la cenomanense europea, las aguas de los mares epicontinentales de Insulindia penetraron por la escotadura del golfo de Carpentaria, colmatando la cuenca de Eyre y parte de la del Darling. Los movimientos ascensionales que se inician en el Terciario desaguaron la Cuenca Artesiana, iniciándose una evolución morfológica de tipo lacustre que todavía no ha concluido. Mientras la parte septentrional de la Depresión central emergía, se producía un movimiento inverso en la actual cuenca del Murray, colmatada por sedimentos marítimos del plioceno y aportes continentales recientes. Son estas diferencias, en cuanto a la génesis y evolución de la Depresión central, las que explican, juntamente con el clima, la diversidad morfológica.
Como se ha dicho, en la Depresión Central australiana cabe distinguir dos grandes unidades: la cuenca del Eyre y la del DarlingMurray, más una tercera en las costas del golfo de Carpentaria. Esta última es una región recorrida por multitud de pequeños ríos de régimen subtropical, que surcan la llanura en un haz de avenamientos muy poco jerarquizados. El más importante es el Flinders, que se prolonga unos 300 Km. hacia el interior. La cuenca del Eyre plantea uno de los casos más interesantes de morfología árida. Es una cuenca endorreica, salpicada de lagos salinos, el más importante de los cuales es el de Eyre, cuyas aguas se encuentran a 11 m. por debajo del nivel del mar. El origen del lago se desconoce, aunque parece estar en relación con los últimos episodios de la evolución morfológicoestructural de la cuenca. Se trataría, pues, de aguas residuales que quedaron retenidas durante el levantamiento del sustrato, a finales del Terciario. El drenaje hacia el lago se hace de una manera irregular por cauces que sólo funcionan espasmódicamente y cambian de emplazamiento de una vez para otra. Predominan en toda la zona los grandes llanos de suelo salino apelmazado, separados por líneas de dunas de 10 a 15 m. de altura y más de 100 Km. de longitud entre las que se abren los valles citados. Más al sur, la cuenca del DarlingMurray tiene una forma sensiblemente rectangular entre la Cordillera Australiana al NE, SE y S, y la alineación discontinua de los Flinders, Moine Barrier y Grey Range al NO.
A. es un continente macizo. Para una superficie de 7,7 millones de Km2 tiene un desarrollo de costas de 15.000 Km., la más baja proporción de costa por kilómetro cuadrado de superficie de todo el mundo. La estructura del continente explica los diferentes tipos de costas y sus accidentes. Al N, el accidente más notable es el golfo de Carpentaria, flanqueado al E por la península del cabo York, verdadera punta de lanza que se adentra 600 Km. en el mar, y por la fierra de Arnhem, al O, un viejo macizo, del que ya se ha hablado, profundamente dentellado y recortado en penínsulas e islas: isla de Groote Eylandt, península de Cobourg, islas de Bathurst y Melville, etc. Más al sur, las costas del macizo de Kimberley son abruptas y recortadas con profundos estuarios, como el de King Sound.
Entre la Tierra de Arnhem y el macizo de Kimberley se abre el golfo de José Bonaparte, coincidiendo con una depresión estructural y morfológica. Lo mismo sucede entre este último macizo y el de Hamersley. El Gran Desierto de Arena llega hasta el mar, formando una costa uniforme y suavemente cóncava en la bahía de Eighty Mile, cuyo nombre alude precisamente a las características de su contorno. Al pie del macizo occidental, la existencia de una amplia llanura
marítima ha permitido el desarrollo de una costa baja y recortada, como resultado de una evolución morfológica muy reciente. El accidente más notable es la bahía de Shark y la serie de cordones e islas que la cierran. Todavía más al sur, el litoral correspondiente al bloque granítico del sudoeste australiano es abrupto y rectilíneo, con algunos accidentes locales como la bahía de Perth. Al sur de esta ciudad el litoral dobla hacia el este en el promontorio de Frecinet, uno de los vértices continentales de A.
La costa meridional australiana es también muy pobre en accidentes. La Gran Bahía Australiana forma un seno de más de 1.000 Km. de longitud en la costa del Gran Desierto Victoria. El arco de costa es tan suave que resulta impropio hablar de bahía. Pero en la zona oriental del arco se han producido dos profundas entalladuras, de manera que el mar penetra muy al interior del continente. Son los golfos de Spencer y San Vicente, separados por la península de York y flanqueados, de la otra parte, por la península de Eyre y la isla Kanguroo. A partir de aquí hasta Sydney, la costa aparece muy accidentada por entrantes y salientes que han contribuido de manera decisiva al poblamiento de estas regiones meridionales de A. La bahía de Melbourne es buen ejemplo de ello. Hacia el norte, la costa correspondiente a la Cordillera Australiana, es abrupta y recortada, como consecuencia de la multitud de pequeños bloques hundidos y levantados, en que se resuelve la complicada estructura de la montaña, y de la acción erosiva de los cortos y caudalosos ríos que la surcan. Al norte de Brisbane, algunos pequeños entrantes y salientes e islas como la de Fraser no logran hacer desaparecer la impresión de costa rectilínea. El accidente más notable de este último tramo de costa es la Gran Barrera de Arrecifes Coralinos, que a lo largo de 2.000 Km, con una anchura de 100 a 300 Km., supone un obstáculo para la navegación de la zona. La Barrera Coralina se apoya en un bloque del zócalo antiguo, hundido a más de 100 m. de profundidad, que ha experimentado también movimientos de ascenso y descenso, según se desprende del estudio de los restos de coral.
b) Clima. El clima australiano aparece marcado por el signo de la aridez. Situada A. en medio de la zona tropical y no ofreciendo altitudes capaces de modificar sensiblemente las temperaturas, éstas cuentan muy poco en la caracterización climática regional del continente. La intensidad de las lluvias y el régimen de las mismas sirven para matizar las diferencias climáticas. A la latitud en que se encuentra A., la circulación general de la atmósfera es del este y del sudoeste. Son vientos húmedos procedentes del Pacífico Sur, que descargan su humedad contra las primeras alineaciones de la cordillera litoral, que recibe así más de 1.500 mm. de lluvia por año. Pero el régimen pluviométrico de los extremos oeste y sur de la cordillera no es el mismo. Desde Brisbane hasta la península de York reina un régimen pluviométrieo de tipo tropical, con un máximo durante el verano o dos máximos secundarios coincidentes con los pasos del sol sobre el cenit. A medida que se avanza hacia el norte al régimen pluviométrieo tropical se añaden aspectos que indican las proximidades del Ecuador. Esto se traduce en un incremento de las precipitaciones según se avanza hacia el norte. Brisbane recibe 1.370 mm. de lluvia anual (máximo y mínimo en febrero y septiembre), coincidiendo con el verano y el invierno austral respectivamente; MacKay, 1.910 mm.; cabo York, 2.008 mm.
Al sur de Brisbane, el régimen pluviométrico es algo distinto. Durante el verano, las altas presiones tropicales descienden muy al sur, hasta situarse sobre la costa meridional australiana. Las lluvias llegan entonces con dificultad a esta parte del continente. En cambio, durante el invierno sucede lo contrario. Las altas presiones se encuentran desplomadas sobre el centro del continente y son entonces los vientos del oeste los que producen lluvias en las regiones más meridionales de A. Port Macquarie recibe 1.530 mm., Sydney, 1.230 mm. (máximo en abril, en pleno otoño); y rápidamente se pasa a los 650 mm. de Melbourne, en un régimen típico de zona templada. Toda la periferia australiana, excepto la fachada occidental del continente y el seno de la Gran Bahía Australiana, recibe lluvias superiores a los 1.500 mm. Hacia el interior las lluvias decrecen rápidamente, de manera que las isoyetas dibujan círculos sensiblemente concéntricos hasta el lago Eyre, donde caen menos de 100 mm. anuales. Port Darwin en la Tierra de Arnhem recibe 1.580 mm.; Newcastle Waters, al sur de la anterior, en los límites del desierto, 490 mm.; Alice Springs, sobre el macizo de los Macdonnel, 270 mm.; Charlotte Waters, en los confines de la
cuenca de Eyre, 140 mm.; Port Augusta, en el interior de la bahía de Spencer, 240 mm. Un corte de E a O revela el mismo fenómeno. Bourke, en la cuenca del Darling, a espaldas de la Cordillera Litoral, recibe 340 mm. En la vertiente marítima caen más de 1.500 mm. Perth, en la costa occidental, a una altitud semejante a la de Sydney, no recibe más que 850 mm.; y Geraldton, algo más al norte, 450 mm.
Las temperaturas son en todas partes templadas o cálidas. Ningún punto de A. registra temperaturas medias anuales inferiores a 12°. Las más elevadas se dan en la región árida del O y en el N. Derby, inmediatamente al sur del macizo de Kimberley, 27,4°; Wyndham, al norte del mismo macizo, 29,4; Halls Creek, 25,1; Port Darwin, en la Tierra de Arnhem, 27,3. A medida que se avanza hacia el S, las temperaturas medias decrecen por efecto de la latitud: Alice Springs, 23,3°; Port Augusta, 19,4; Brisbane, en la costa oriental, 20,5; Sydney, 17,3; Melbourne, 14,6. Las diferencias estacionales son todavía más notables. Las amplitudes crecen rápidamente de N a S. En Darwin, la diferencia entre el mes más cálido y el más frío es de 3,8°; solamente de 3,1 en Geraldton; 11,5 en Perth. En la costa oriental la acción de los vientos oceánicos tiende a dar uniformidad a las temperaturas. Las máximas amplitudes se observan en el interior, donde a la continentalidad se añade la aridez, para dar temperaturas de invierno y verano muy contrastadas: Alice Springs, 19,8°; Bourke, 18,2. Las temperaturas máximas son altas. En las zonas litorales rara vez pasan de 36°, pero en el interior son frecuentes temperaturas medias máximas de hasta 46°. En cambio, las mínimas nunca descienden por debajo de 0°, salvo en lugares situados en la costa oriental a más de 1.000 m. de altura.
c) Vegetación y fauna. La sequedad del clima australiano condiciona la repoblación del tapiz vegetal. La mayor parte de A. aparece desnuda o recubierta por formaciones de vegetación esteparia. Pero lo interesante no es la exigüidad de la cobertera vegetal, sino las especies que la forman. Las cuatro quintas partes de las especies vegetales conocidas en A. son endémicas del país. A finales del triásico, o tal vez antes, quedó interrumpido el paso del estrecho de Torres, que unía a A. y Nueva Guinea. A partir de entonces, la evolución de la flora y fauna australiana siguieron líneas filogenéticas diferentes a las del resto del mundo. En A. se encuentran algunas de las especies vegetales y animales más antiguas existentes en la Tierra. La estabilidad del bloque cortical australiano ha permitido la supervivencia de especies animales antiquísimas, que en Asia o en Europa sólo se conocen en formas fósiles de mediados del periodo mesozoico. Otras, como el ornitorrinco y el canguro, constituyen eslabones preciosísimos en la evolución genética de las especies.
El número de especies animales autóctonos que se conservan es muy pequeño. La colonización de A. ha impuesto poco a poco la fauna europea, que está marginando a la del país.
Con la vegetación sucede lo mismo. Las especies arbóreas típicamente australianas son los eucaliptos (Eucaliptus Speneceriana, E. Corimbosa, E. peniculata, E. Dumosa, E. Marginata, etc.) y las acacias (Acacia Aneuca, A. Arpephylla, etc.). La distribución de la cobertera vegetal viene dada por la intensidad de las precipitaciones y por la amplitud de las oscilaciones térmicas. Conjugando ambos factores, se tiene el siguiente mosaico de tipos de vegetación: al norte, desde el macizo de Kimberley hasta la península del cabo York, se extiende una franja de vegetación arbórea abierta, constituida fundamentalmente por eucaliptus no maderables y algunas especies oriundas de las islas del norte. En los lugares en que se reciben lluvias superiores a los 2.000 mm., el bosque es denso y cerrado. En toda la costa oriental de A., que goza de precipitaciones elevadas, domina el bosque denso.
Entre los 20 y los 100 de latitud S, a lo largo de la costa Townsville hasta casi el extremo de la península de York, crece también un denso bosque ecuatorial constituido por especies oriundas de las islas próximas. Donde la intensidad de las precipitaciones disminuye, el bosque de tipo ecuatorial deja paso a otro formado por eucaliptos maderables, algunos de los cuales alcanzan 100 m. de altura. Hasta la latitud de Brisbane continúan las mismas formaciones, que se presentan más o menos densas a tenor de los cambios edáficos y pluviométricos. En cuanto se abandona la línea de la costa, el bosque se hace cada vez más claro, los árboles son más pequeños y otras especies menores anuncian ya las formaciones esteparias del interior. Desde Brisbane hasta el sur, la antigua vegetación de eucaliptos ha dado paso, en la línea de costa, a una vegetación mixta compuesta de plantas autóctonas y otras originarias de Europa. En la montaña se conservan varios manchones residuales de bosque.
El resto se ha convertido en pastizales para el ganado vacuno. Una vegetación semejante se extiende por la costa sudoeste, al norte de Perth.
En cuanto se abandona la orla costera, la vegetación se degrada probablemente de acuerdo con la disminución de las precipitaciones. A espaldas de la Cordillera Australiana, en el piedemonte interno de la misma, sobre una buena parte de la Gran Cuenca Artesiana y la del Darling, predomina un tipo de vegetación herbácea que sirve de alimento a los grandes rebaños de ovejas. Al norte crece una pradera de gramíneas y leguminosas herbáceas, conocida como mitohell grass o hierba mitohell, en cuya composición entran predominantemente especies de los géneros Astrebla e Iseilema. Al sur, sobre la cuenca del Darling, en la vecindad del lago Eyre, donde las precipitaciones no superan los 250 mm. anuales y el verano es muy seco, crece también una pradera de hierbas bajas, preferentemente holofitas, que forman un tapiz ralo y con enormes calveros. Esta formación se conoce con el nombre de saltbush y en su composición entran por igual plantas de los géneros Kochia, Atriplex y Stipa. La parte central del desierto australiano carece casi por completo de vegetación. Pero allí donde ocasionalmente se encuentra humedad crecen plantas de los géneros Senedio, Brachycomio y Friodia y algunos eucaliptos y acacias enanos y quebradizos. Al oeste de los desiertos centrales, próxima ya la costa occidental, se encuentran de N a S tres zonas de vegetación típica. La más septentrional, con precipitaciones de 250 a 500 mm., aparece recubierta por una formación abierta de acacias enanas llamada mulga, denominación ésta que sirve también para designar todas las formaciones similares del continente, aunque sean de acacias o mixtas de eucaliptos y acacias. Inmediatamente al sur de la línea del Trópico, con precipitaciones de escasamente 200 mm., la vegetación se halla constituida por acacias raquíticas, hierbas y arbustos de poco porte, a cuyo conjunto se le da el nombre de mulga árida. Finalmente, al sur de las anteriores, sobre el macizo granítico del ángulo sur del escudo australiano, la formación de eucaliptos se hace más densa, dando un bosque cerrado que se denomina malley, sobre la que se están llevando a cabo intensas talas con objeto de conquistar nuevas tierras de cultivo.d) Hidrografía. Las condiciones climáticas y topográficas hacen que A. no sea un continente de grandes ríos. Solamente hay un río verdaderamente importante por su longitud y caudal, el Murray y su afluente el Darling, con una longitud de 3.400 Km. y un caudal, en la desembocadura, de 1.800 m3/seg. Pero la red hidrográfica' australiana es muy densa, sobre todo en la costa oriental, donde una multitud de pequeños ríos descienden desde las cimas de la cordillera hasta el Pacífico. Estos ríos son caudalosos, a menudo torrenciales, y su régimen varía con muy pocas horas de intervalo. Todo ello se traduce en una fuerte irregularidad interanual y estacional, incluso para los ríos que se encuentran en plena zona tropical húmeda.
El Mackenzie, cuyo caudal ordinario es de 600 m3/seg. en la desembocadura, junto a Rockhampton, acusa riadas de hasta 21.000 m3/seg.; el Brisbane, en la ciudad del mismo nombre, ha llevado 10.000. Casi todos los ríos de Nueva Gales del Sur conocen avenidas que multiplican 15 ó 20 veces su módulo ordinario, aunque se trate de afluentes de la cuenca del Murray.
2. Población. Al describir el relieve australiano se ha podido notar cómo la mayoría de los accidentes del terreno tienen nombres propios de persona.
Los mismos nombres de ciudades se repiten por todo el país. Muchos accidentes geográficos se designan por términos aumentativos: Gran Cordillera, Gran Desierto, Gran Bahía, etc. Y es que A. es un continente mucho más nuevo que América. Nuevo no sólo por su reciente incorporación al mundo conocido, sino porque antes de la llegada de los primeros colonizadores, las poblaciones aborígenes se hallaban en un estado cultural equivalente a la Edad de Piedra de las civilizaciones superiores euroasiáticas (v. III y IV).
La configuración del continente y la aridez riel clima australiano fueron factores que alejaron de aquellas costas a los navegantes de los mares australes. Durante los últimos años del s. XV y a lo largo del XVI y XVII, los exploradores portugueses, españoles, holandeses e ingleses recorrieron con mayor o menor fortuna los mares australianos. Hasta 1644 en que Tasman terminó sus viajes de exploración, no quedó completada la circunnavegación del continente australiano. La costa oriental fue minuciosamente explorada por el inglés J. Cook (v.), en el último tercio del s. XVIII.
Los primeros europeos que se instalaron en A. fueron 770 presidiarios y 250 marinos que en 1788 desembarcaron en las cercanías de Sydney. Sucesivas oleadas de emigrantes, entre ellos los del famoso motín de la Bounty, fueron llegando a A. en los años siguientes. La población australiana de origen europeo era, en 1810, de 12.000 hab.; 37.000 en 1821, de los cuales una décima parte eran gentes libres o nacidas en el continente. En 1797 se introdujeron los primeros rebaños de carneros y se inició la búsqueda de rutas de penetración hacia el interior. Al mismo tiempo, por desavenencias surgidas entre los primeros colonos y los recién llegados, a la par que por intereses similares, se levantaron ciudades en lugares muy alejados de los primitivos asentamientos.
En 1803, se colonizó Tasmania (v.), y entre 1828 y 1836 se realizaron las primeras exploraciones del flanco interior de la Cordillera Australiana. La colonización de la parte occidental del continente no comenzó hasta mediados del s. XIX. La marcha de las exploraciones estuvo guiada por los intereses que producían los descubrimientos de metales preciosos. Durante muchos años, las regiones australianas tuvieron un poblamiento de aluvión. Ingentes masas de buscadores de fortuna se trasladaban de una parte a otra, según llegaban las noticias de los descubrimientos de oro. Entre 1851 y 1860 fueron hallados grandes yacimientos de este metal precioso en Nueva Gales del Sur, cerca de Sydney, y Victoria, a los que más tarde siguieron los de A. occidental. En 1990-93 el coeficiente de crecimiento anual de la población australiana era del 1,3%. En 1993 la tasa de natalidad era del 15%o y la de mortalidad del 7%o; la de mortalidad infantil era del 9%o; la esperanza de vida al nacer, de 77 años. Estas referencias estadísticas muestran grandes diferencias demográficas de A. respecto de los países vecinos. El 65% de la población australiana vive en las ciudades de la periferia del continente. Si en los s. XVIII y XIX hubo un proceso de colonización interior, después de la II Guerra mundial el proceso se ha invertido. El interior se despuebla, mientras crece la población de las ciudades costeras. A la tradicional inmigración de origen europeo, en la segunda mitad del s. XX ha seguido una fuerte corriente inmigratoria procedente de Filipinas y otros países del sudeste asiático. En 1900 A. tenía 3.765.000 hab., siete millones al comienzo de la II Guerra Mundial, 10.418.76l en 196l y 17,5 millones a finales del s. XX.
3. División regional. Los descubrimientos de oro atrajeron grandes cantidades de emigrantes. En 186l, A. contaba ya con 1.100.000 hab., que procedían en su mayor parte de Europa y de las regiones mineras del Oeste americano. A medida que se poblaba el continente se sentaban las bases de los distintos Estados, que con el tiempo se convirtieron en la actual federación australiana. A. Occidental se fundó en 1828; A. Meridional, en 1834; el Estado de Victoria, en 1837; y Queensland, en 1852. El Territorio del Norte perteneció hasta 1911 a Nueva Gales del Sur, fundada como primera colonia australiana en 1788. Cada territorio mantenía sus propias relaciones con la Corona británica, sin que existiera entre ellos ninguna vinculación política, si bien no había mayores dificultades para la práctica del comercio, y eran frecuentísimos los desplazamientos de población. En 1901, tras más de medio siglo de gestiones infructuosas, se formó la Federación Australiana o Commonwealth Australiana, dentro de la Commonwealth Británica, integrada por siete Estados, más un Territorio federal: Queensland (v.), Nueva Gales del Sur (v.), Victoria (v.), Tasmania (v.), Territorio del Norte, A. Meridional y A. Occidental. La capital federal es Canberra, con 300.000 hab. (1993).
Australia Occidental, con 2.525.500 Km2, es el más extenso de los Estados australianos. Su población es de 1,7 millones hab. (1993), de los cuales dos tercios viven en Perth, la capital del Estado y la única ciudad importante de esta parte de A.; la densidad del territorio es tan sólo de 0,6 hab/Km2. Pero teniendo en cuenta únicamente la superficie de los territorios con poblamiento estable, la densidad sube a 3 hab/Km2. La región más poblada de A. Occidental es el Swanland o Tierra del Sudoeste. Las precipitaciones varían aquí entre 600 y 1.000 mm. anuales, lo cual permite el desarrollo de una importante actividad ganadera basada en la cría de bóvidos y carneros y de una agricultura predominantemente de tipo mediterráneo.
A finales del s. XIX A. Occidental cobró merecida fama de país rico en oro. El Oeste australiano conoció las mismas avalanchas de buscadores de oro que el Oeste americano. Los yacimientos del macizo Kimberley comenzaron a explotarse en 1886; un año más tarde se descubrieron los de Southern Cross, al este de Perth, y poco después los de Big Bell, Leonora y sobre todo el riquísimo de Kalgoorlie-Coolgardie, donde el oro afloraba en filones de gran pureza,
recogiéndose el precioso metal, en los primeros días del descubrimiento, con pico y pala. Todos estos yacimientos siguen explotándose, pero sus rendimientos han descendido bastante. La colonización de las zonas interiores se explica únicamente por las minas. Para llevar agua al desierto se construyó un acueducto de más de 500 Km., que traslada el agua desde las cercanías de Perth hasta los campos auríferos. Al modernizarse las técnicas de extracción del oro, buena parte del agua se utiliza para el riego de cultivos pratenses y de consumo humano.
El Territorio del Norte cuenta con 1.347.519 Km2 de clima desértico en sus nueve décimas partes. La población no llegaba a 200.000 hab. en 1993, lo cual arroja una densidad ligeramente superior al 0,1 hab/Km2. El territorio nació como Estado federal en 1911, ya que hasta entonces se administraba desde A. Meridional y Nueva Gales del Sur. En 1928, se subdividió en A. Septentrional y A. Central, pero en 1933 volvió a constituirse de nuevo como un solo Estado. La aridez y, sobre todo, el desconocimiento de la existencia de recursos minerales, han sido la causa de la poca atracción que el Territorio del Norte ha ejercido sobre el poblamiento australiano. La capital es Darwin (80.000 hab. en 1993), situada en la costa noroeste de la Tierra de Arnhem, sobre una profunda escotadura litoral protegida por la isla de BathurstMelville. Ésta es la única parte con poblamiento hasta cierto punto denso (menos de 17 hab/Km2) con relación al resto del territorio. El clima sensiblemente lluvioso ofrece buenas posibilidades agrícolas. La ganadería apenas se ha desarrollado, y por todas partes domina la formación de malle y de eucaliptos enanos al sur, donde se entra en el corazón del desierto australiano. Ocasionalmente, allí donde se encuentran manantiales de aguas dulces, ha surgido una incipiente vida urbana, sobre todo en el macizo de los Macdonnel. La ciudad más importante es Alice Springs, casi en la misma línea del Trópico, cuya existencia se justifica por ser un jalón en la recta que desde el lago Eyre lleva hasta las costas del norte. El ferrocarril llegó a Alice Springs en 1927, época en que alcanzó su máxima importancia. Luego las comunicaciones aéreas han disminuido el papel de la ciudad. Las aguas subterráneas y las lluvias de verano permiten el crecimiento de pastos y la existencia de una agricultura de subsistencia en las cercanías de las ciudades, ninguna de las cuales llegaba a 10.000 hab. en 1993. Fuera de estos pequeños oasis, el resto del territorio se compone de roquedales de cuarcita, lagos salados y una formación vegetal de temporada, que crece con las lluvias, el Spinifex, una herbácea de alto porte y hojas punzantes propias de los desiertos australianos.
Al sur del Territorio del Norte se encuentra A. Meridional, con 1.500.000 hab. en 1993 sobre 984.000 Km2 (densidad: 1,5 hab/Km2). La capital es Adelaida (v.) con algo más de un millón hab. La delimitación política del territorio no ha tenido en cuenta las particularidades geográficas. A. Meridional es un mosaico de grandes y diversas regiones naturales. El norte del territorio es desértico, pero mientras la parte occidental pertenece al viejo escudo australiano, la oriental es ya cuenca del lago Eyre. A su vez, el extremo sudoriental se halla accidentado por la cordillera de los Flinders y sus ramificaciones meridionales sobre la Gran Bahía Australiana una de las zonas económicamente más activas de A.
La cordillera de los Flinders es, como la mayoría de las montañas australianas, un bloque muy antiguo levantado tal vez durante el plioceno. Este levantamiento produjo la ruptura del sustrato rocoso dando una serie de bloques que, hacia la cuenca del Murray, descienden escalonadamente desde una altura de 900 m. (montes Freeling, 951 m.) y hacia el oeste forman un dorso relativamente suave desde el que se domina la depresión de los lagos meridionales:
Torrens, Gairdner, etc. En el extremo norte del golfo de Spencer, los Flinders se desdoblan en dos ramas: una sigue la dirección EO, formando los Gawler Ranges; otra se dirige hacia el SO, hasta Adelaida. En una región naturalmente seca, la alineación de los Flinders, enfrentada transversalmente a los vientos invernales del oeste, se beneficia de lluvias superiores a los 400 mm. anuales, con lo cual se crea un reducto de humedad, que ha sido la base de la prosperidad agrícola y ganadera de la zona, a la que se han añadido posteriormente el descubrimiento de yacimientos de hierro y metales no férreos. Desde la península de Eyre hasta Adelaida, a lo largo de las costas de los golfos de Spencer y San Vicente, se ha desarrollado la más moderna área industrial de A.
Sus yacimientos de hierro de los Gawler Ranges son de los mejores del mundo, en especial los de Iron Knob e Iron Monach. Al fondo del golfo de Spencer se creó una serie de complejos industriales que incluyen plantas de concentrado mineral, puertos mineros, factorías, etc. El gran problema que planteaba la falta de agua fue resuelto con la construcción de un acueducto que lleva el agua desde el Bajo Murray a más de 500 Km. de distancia de las explotaciones. El desarrollo industrial del tramo meridional de los Flinders ha hecho perder importancia económica a la región del lago Eyre. Este ocupa una depresión situada a 11 m. por debajo del nivel del mar, su emplazamiento y su configuración son variables, pues dependen de la abundancia de las lluvias y de la altura que alcancen las aguas subterráneas. La cuenca del Eyre tiene más de 1.300.000 Km2, pero hay ríos de hasta 900 Km. de longitud, como el Coopers, que son en realidad amplios wadis o en el mejor de los casos ramblas intermitentes. La evaporación es tan intensa que el suelo está formado por una capa de sol de varios centímetros de espesor extremadamente dura. En otros tiempos pastaban aquí grandes rebaños de carneros que aprovechaban una vegetación raquítica fuertemente halofita. Hoy, esta región ha sido prácticamente abandonada por el ganado.
4. Economía. A. ha sido tradicionalmente un país ganadero y agrícola, abastecedor de los mercados europeos de carne, lana y cereales, especialmente los del Reino Unido. La aridez del clima de la mayor parte de A. hace que solamente se cultive un 4,3% de la superficie (33,2 millones de Ha.). Las praderas cultivadas o semicultivadas ocupan 446,1 millones de Ha. (581). A. cuenta con una gran riqueza ganadera: 170 millones de ovinos y 25 millones de bóvidos en 1993 que la convierten en el primer país del mundo productor de lana, 560.000 t. en 1993 (equivalentes al 291 de la producción mundial) y en uno de los grandes exportadores de carne. A. fue durante mucho tiempo la «despensa» del Reino Unido con el que la unen lazos muy estrechos de todo tipo. País de la Commonwealth (v.) siguió el ritmo de las oscilaciones de la economía británica. Participó con gran esfuerzo económico en las dos guerras mundiales y cuando Gran Bretaña devaluó la libra esterlina en 1967, A. se vio obligada a realizar profundos reajustes en su economía, tales como la sustitución de la libra australiana por el dólar australiano, equivalente entonces a 0,5 libras.
A partir de la I Guerra mundial, A. inició un proceso de despegue económico, haciéndose cada vez más independiente de los mercados europeos y buscando en los EE.UU., Extremo Oriente y el sudeste de Asia su propia área comercial. La campaña del Pacífico en la II Guerra mundial hizo que A. se convirtiese en trampolín para el abastecimiento de los ejércitos aliados que luchaban en la zona. Ello obligó a montar industrias de bienes de consumo de todas clases, metalurgia diferenciada, industrias pesadas, etc., y a intensificar la explotación de yacimientos minerales. Al mismo tiempo, la pérdida circunstancial de los mercados tradicionales obligó a diversificar la explotación agropecuaria en beneficio de cultivos industriales.
a) Agricultura y ganadería. A. es un gran productor de cereales y lana, pero la producción varía mucho de unos años a otros. Se practica el cultivo extensivo con rendimientos muy bajos por unidad de superficie: menos de 10 q/Ha. Ni siquiera se cultivan todas las tierras cada año. Depende de la coyuntura de los mercados internacionales. Como la cosecha australiana de cereales se coge en enero-febrero y se siembra hacia finales de junio julio, es posible prever la demanda de grano que habrá en los países consumidores del Hemisferio Norte, cuya recolección se efectúa mucho antes. En 1993, se produjeron en A. algo más de 10 millones de t. de trigo, duplicando la exportación en 25 años (4,4 millones de t. en 1966, 8,5 millones en 1991).
La creciente demanda mundial de productos alimenticios ha influido en la diversificación de la producción agraria australiana. Así, la vinculación de Cuba al área económica de los países del Este europeo, a partir de 1960, dejó abiertos amplios espacios a la competencia mundial de los países productores de azúcar. A. dobló su producción en menos de 10 años, alcanzando el primer puesto entre los países exportadores de azúcar en el área del dólar y de la libra esterlina: casi tres millones de t. en 1993. A. es el principal exportador de lana del mundo: 560.000 t. en 1993, más del 501 del comercio mundial. Los más importantes compradores de lana son, por este orden CEE, Japón y EE.UU. El comercio australiano de lana tropieza con la competencia de las lanas neozelandesas y con la invasión de fibras sintéticas. Así, las fluctuaciones del mercado son muy amplias. Por otra parte, las sequías ocasionan muchas pérdidas en el ganado y reducen el margen de beneficios. Pero estas fluctuaciones no afectan demasiado a la estructura económica del país, porque sólo el 5 % de la población se dedica a la agricultura. La industria y sobre todo las actividades del sector terciario ocupan a la mayor parte de la población.
b) Industria. El subsuelo de A. es enormemente rico y no se conocen aún todas sus posibilidades. Abundan los metales preciosos: oro, plata, diamantes y otros de utilidad creciente. Desde 1788 en que llegaron los primeros colonos europeos hasta 1851 el poblamiento fue lento, pero en esa fecha se descubrieron yacimientos de oro en Nueva Gales del Sur y en Victoria, que provocaron una gran afluencia de inmigrantes y el desplazamiento de grandes contingentes de agricultores hacia la minería. En Melbourne desembarcaron en 1852 siete veces más inmigrantes que en 1851. En 1852, se extrajeron más de 16 millones de libras esterlinas en oro de las minas de Victoria. Hacia 1860 había 50.000 hombres trabajando en las minas de oro. Aunque las explotaciones iniciales se encuentran prácticamente agotadas, los nuevos yacimientos descubiertos en A. Occidental y Queensland hacen de A. el cuarto país productor de oro del mundo, con más de 110.000 Kg. en 1993. La producción de plata en ese mismo año fue de 1.100 t. (9% de la producción mundial y 6.0 productor). Entre los metales no férreos, el cobre, el estaño y el aluminio tienen gran importancia: 39 millones de t. de bauxita en 1993 (primer país productor del mundo en ese año), 300.000 t. de cobre y 7.000 t. de estaño; 500.000 t. de plomo (primer país del mundo) en mineral, 800.000 t. de mineral de cinc (tercero del mundo) y 3.800 t. de uranio (cuarto del mundo).
Estos recursos minerales se explotaban hasta la II Guerra mundial por compañías de capital inglés que operaban desde Londres. La necesidad de atender a la demanda de material bélico hizo que los órganos de gestión se trasladasen a A. durante el transcurso de la guerra. Pero A. no ha conseguido crear una poderosa industria metalúrgica. El carbón se encuentra en abundancia, especialmente en Nueva Gales del Sur, en la cuenca de Newcastle, en torno a Sydney, cuyas reservas se calculan en 14.000 millones de t. en una extensión de 43.000 Km2. La producción de carbón ha ido en aumento: 1929, 10,5 millones de t.; 1955, 22,1 millones; 1993, 150 millones. La producción de petróleo ha crecido rápidamente: 1966, 400.000 t.; un año después, 1,1 millones; 1993, 30 millones.
Los yacimientos más importantes se encuentran en la cuenca del Moonie en las llanuras interiores de Queensland meridional. En cambio, escasea el hierro, cuya producción en 1966 fue de 7,3 millones de t. y de 7 millones en 1993. La mayor parte del mineral de hierro se exporta al Japón. En el país se producen 5 millones de t. de fundición y 6,2 millones de acero (1993). La industria metalúrgica se localiza preferentemente en la región sudoriental, en los Estados de Nueva Gales del Sur, Victoria y A. Meridional, y en la isla de Tasmania al sur de A., que encierra grandes yacimientos de minerales no férreos. SydneyRhodes, Port Hedland y Newcastle, Woodville y Port Pirie en Nueva Gales del Sur; Melbourne, en Victoria, y Adelaida, son centros siderúrgicos importantes.
La industria textil se ha desarrollado en poco tiempo. Sydney y Melbourne cuentan con las principales fábricas de tejidos. Se hila lana y también algodón, cada vez más cotizado en los mercados asiáticos. En 1993, los hilados de algodón sumaron 28.000 t. y 24.000 los de lana. Muy importante es también la industria química, especialmente la relacionada con la producción de fertilizantes, plásticos y caucho sintético. Para el escaso número de habitantes que la pueblan, A. cuenta con una importante industria automovilística: 350.000 vehículos a motor en 1993. La producción de energía eléctrica es de 135.000 millones de Kwh. (10% de origen hidrológico y el resto térmico). Las principales centrales térmicas se encuentran en los Estados de Victoria y Nueva Gales del Sur, y consumen lignito, cuya producción alcanzó más de 40 millones de t. (1993). El volumen del comercio internacional llega a alcanzar los 40.000 millones de dólares americanos en importaciones, y otro tanto en exportaciones. En 1993, el 57% de las exportaciones lo constituyeron: lana, cereales, carne y productos animales. La renta por habitante se cifra en 13.000 dólares americanos (1993).
5. División políticoadministrativa. A. se divide en seis Estados y dos Territorios (las capitales entre paréntesis, datos de 1993): Queensland (Brisbane, 1.300.000 hab.); Nueva Gales del Sur (Sydney, 3.600.000); Victoria (Melbourne, 3.100.000); Australia Meridional (Adelaida, 1.100.000); Australia Occidental (Perth, 1.200.000); Territorio de la capital australiana (Canberra, 300.000); Tasmania (Hobart, 200.000); Territorio del norte (Darwin, 75.000). No forman parte de la Federación, pero sí están dentro de la división políticoadministrativa australiana: las islas Norfolk, Aslunore, Cartier, Territorio de las Islas del Mar del Coral, Heard, McDonald, Cocos, Christmas; y el Territorio Antártico Australiano.
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seccion 1
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1. Medio físico: a. Relieve. b. Clima. c. Vegetación y fauna. d. Hidrografía. 2. Población. 3. División regional. 4. Economía: a. Agricultura y ganadería. b. Industria. 5. División políticoadministrativa.
Es una gran isla situada en el Hemisferio Sur, entre los océanos Índico y Pacífico, generalmente considerada como un continente. Su extensión, de 7.686.849 Km2, según unas fuentes, y 7.682.300 Km2, según otras, queda muy lejos todavía del menor de los continentes, Europa, con 10 millones de Km2, pero es varias veces superior a la mayor de las islas conocidas. A. se encuentra prácticamente despoblada; sus 17 millones hab. (1993) dan la densidad más baja de los continentes, y para A. supone un índice ligeramente superior a 2 hab/Km2.
La peculiaridad geográfica de A. proviene de dos hechos: su situación en el Hemisferio Sur, y su configuración. A. se encuentra a caballo sobre el Trópico de Capricornio y se extiende hasta los 10° de latitud sur, de una parte, y hasta los 38° de otra. De Este a Oeste cubre más de 30° de longitud.
1. Medio físico. A. es un continente macizo, muy poco recortado. Geográficamente, su configuración se aproxima mucho a la de una figura con el máximo de superficie para un perímetro mínimo, o de línea de costa en este ceso. En Europa ningún punto se encuentra a más de 1,000 Km. del mar. El interior de A.
se halla a más de 1.500 Km. de la costa más cercana. Esto sucede también en otros continentes, pero su configuración topográfica favorece la penetración de las influencias marítimas hasta el interior de los mismos; sin embargo, en A., dada la circulación de las masas de aire en las bajas latitudes, las influencias oceánicas quedan limitadas a la costa y muy pocos kilómetros hacia el interior.
a) Relieve. De una forma esquemática, podrían dibujarse en A. una serie de círculos concéntricos en la que todos los caracteres geográficos, la población, la vegetación, el clima, la topografía, etc., se van degradando hacia el interior. A. es uno de los bloques más estables de la corteza terrestre, y en esto, como en el clima, recuerda al África sahariana. La mayor parte de A. no ha sido nunca recubierta por los mares, excepto en los bordes, y ello de una manera episódica, y en el tercio oriental del continente. A. se halla, pues, emergida desde los tiempos más remotos de la historia orogénica de la Tierra. Tampoco ha sufrido apenas los embates de los diferentes ciclos orogénicos que han estructurado el relieve terrestre. La única Cordillera australiana, la cordillera oriental, rebasa escasamente los 2.000 m. de altitud. Las formaciones sedimentarias del interior tienden a conservar la disposición horizontal de los estratos. El bloque australiano ha estado sometido ininterrumpidamente a la sucesión de los ciclos erosivos subaéreos, que han arrasado una y otra vez el continente. Ésta es otra particularidad de A., cuya altitud media, 210 m., es la más baja de todos los continentes: las tres quintas partes se encuentran a menos de 150 m. sobre el nivel del mar. A. aparece pues, como un inmenso navío anclado en los océanos australes. Por todo esto, las líneas generales del relieve son muy sencillas. Desde el punto de vista morfológico se distinguen tres grandes conjuntos regionales: las plataformas y penillanuras occidentales, la Cordillera oriental y la Depresión central.
Penillanuras occidentales. El escudo sobre el que se asientan es antiquísimo. Salvo en el reborde costero, los materiales que constituyen la mayor parte del mismo son precámbricos; es decir, anteriores a los primeros plegamientos conocidos de la corteza terrestre. Intercalados entre estos materiales tan antiguos afloran también grandes bloques de granito y de gneis. El bloque occidental de A. se encuentra casi intacto. Todo indica que las deformaciones, si se han producido, han sido de gran radio con muy poca repercusión sobre el relieve de conjunto. En cambio, parece comprobado que dicho bloque ha sufrido movimientos epirogénicos de ascenso y descenso, en ocasiones de varios cientos de metros, que han realzado y reducido el vigor del relieve, respecto de la Depresión central, de la que se hablará luego. Estos movimientos de ascenso y descenso son los que han reactivado las acciones erosivas, cuya impronta depende, sobre todo, de la naturaleza del sustrato rocoso. El último movimiento ascensional debió realizarse muy a finales del Terciario, ya en los albores del Cuaternario, y consistió en la elevación del bloque hasta su nivel actual, a unos 300 m. de altitud. Los macizos montañosos de esta parte de A., no son, pues, más que restos de antiguas cordilleras que, por razones litológicas, han soportado los embates de la erosión. Por eso no pueden señalarse alineaciones de cordilleras, sino simples macizos sin relación aparente de unos con otros. Al N, a lo largo de la costa NO, se encuentran tres de estos macizos separados por depresiones. El Arnhem Land o Tierra de Arnhem, entre el mar de Timor y el golfo de Carpentaria, no llega a los 800 m. de altitud. Es el bloque de menor significación morfológica. La baja latitud á que se encuentra, 12 a 15°, y, sobre todo su situación entre mares, permiten la existencia de multitud de pequeños ríos que han mordido los bordes del bloque, dejándolo reducido a una sucesión de interfluvios entre profundos cañones. Por el sur, el Catherine River y el Roper River, cuyas cabeceras casi se juntan, separan la Tierra de Arnhem del resto del escudo australiano.
Mucha mayor significación morfológica tiene el macizo de Kimberley, en la costa NO. El macizo queda individualizado por los ríos Ord al NE, Fitzroy al SO, y Curt Creek en los confines del desierto, que no es sino un cauce secó que se pierde en las rocas del interior. Los accidentes de estos ríos, especialmente los que corren al norte, han llevado sus cabezas muy al interior del macizo, de manera que éste da una línea discontinua de crestas, dirigida de NO a SE, que forman los King Leopold Range y culminan en el monte Ord de 938 m. En realidad, esta alineación montañosa no es otra cosa que el frente abrupto del macizo estructuralmente disimétrico, que mira hacia el S. Del lado de la costa el levantamiento reciente del escudo australiano ha reactivado la erosión produciendo una serie de entalladuras perpendiculares al litoral, cuya génesis parece estar relacionada con las líneas generales de la estructura precámbrica. Entre la Tierra de Arnhem y el macizo de Kimberley se abre la depresión del Victoria River, que aboca al golfo de José Bonaparte. Finalmente, el macizo de A. occidental es el más extenso y elevado, entre los citados anteriormente. De N a S cubre más de 600 Km., y otros tantos de O a E. El accidente topográfico más notable lo constituyen la sucesión de valles fluviales, sensiblemente paralelos de dirección SENO que, como en el caso del macizo de Kimberley, siguen las líneas fundamentales de la estructura precámbrica. De N a S se suceden el Oakover River, el Fortescue River, el Ashburton River, el Lyons River, etcétera. Más que por su importancia hidrológica, todos estos ríos interesan porque permiten reconstruir con cierta aproximación la evolución morfológica del occidente australiano. Se trata de ríos seniles, de escasísima pendiente y amplio cauce semivacío, que al llegar a la costa se vuelcan en rápidos y torrenteras y labran profundas entalladuras en el reborde del zócalo. Todo ello acusa el reciente levantamiento del escudo.
El relieve aparece constituido por crestones resistentes a la acción erosiva. Por todas partes predominan los vestigios de las superficies de arrasamiento que se han sucedido desde la Era Primaria. Al norte, inmediatamente sobre el río Fortescue, se levanta el murallón del Hamersley Range con alturas superiores a 1.000 m.: monte Bruce, 1.224; monte Brackman, 1.114, y los Ophthalmia Range, algo más bajos. El resto de los accidentes morfológicos del macizo no son más que espolones resistentes a la erosión, que emergen sin ninguna continuidad sobre la superficie de arrasamiento: monte Augustus, 1.108; monte Gauld, 720; monte Essendon, 910, etc.
En pleno corazón del continente se levantan otros dos macizos, sensiblemente paralelos y dispuestos de NO a SE, separados por una depresión tectónica.
El más interesante es el situado al norte, que forma los Macdonnel Ranges, en los cuales cabe distinguir toda una serie de crestones paralelos de rocas duras, cada uno de los cuales da lugar a una pequeña cordillera: Stuart Bluff Range; Treur Range; Reinald Range; etc. La máxima altitud es el monte Zeil, a 1.510 m. El macizo del sur se descompone también en una sucesión de aristas resistentes: Petermann Range, Musgrave Range, Everard Range, etc. El punto más alto es el monte Woodroffe, a 1.515 m.
Entre los cuatro macizos fundamentales se extienden áreas deprimidas, enormemente secas, donde la morfologia reviste todos los caracteres del relieve desértico. Entre los macizos de Arnhem y Macdonnel se haya el desierto de Barkly; entre los macizos de Kimberley, el mismo Macdonnel y el occidental, el Gran Desierto de Arena y el pedregoso desierto de Gibson; finalmente, al sur de los dos últimos macizos se encuentra el Gran Desierto Victoria. En todos estos desiertos abundan profusamente los lagos salados: Mackay, Macdonnel, Hopkings, Amadeus, al pie de los macizos centrales; Carnegie Disappointment, Dora, al pie de los macizos occidentales. Al sur de los últimos macizos, entre la ciudad de Perth y la Gran Bahía Australiana, el escudo precámbrico aparece constituido por un bloque de granito sobre el que la superficie de erosión se conserva sin apenas deformaciones. Lo más notable de esta región es la abundancia de lagos salinos, por lo que también se la conoce como la Región de los Lagos. El origen de estos lagos no está suficientemente aclarado. Las escasas precipitaciones de la zona alejan toda posible interpretación de un origen actual. Para la mayoría de los morfólogos se trata de restos de una antigua red hidrográfica desarticulada durante el último arrasamiento de la penillanura. La fuerte evaporación produce el tapizado de los fondos lacustres con sedimentos finísimos que impermeabilizan el sudsuelo, impidiendo la escorrentía subcortical.
La Cordillera oriental. El extremo oriental de A. está festoneado por una alineación montañosa que bordea la costa desde la península de York hasta Tasmania. De N a S la montaña va ganando en altitud. Primeramente la cordillera se insinúa con elevaciones en torno a los 1.000 m. A partir de Brisbane hacia el sur la compacidad y elevación aumentan hasta constituir una verdadera cordillera que culmina en el monte Kosciusko, de 2.230 m. de altura. Aunque la elevación de la cordillera no es muy grande, su situación en la costa oriental condiciona multitud de hechos geográficos de las tierras interiores. La Cordillera Australiana dista mucho de ser una barrera continua. Ni siquiera tiene una denominación única. A veces se llama Cordillera divisoria, en ocasiones Alpes australianos y Montañas Azules, etc. Una ojeada de conjunto al continente australiano y a las islas próximas del norte, sugiere una relación estructural entre la Cordillera Australiana y las cadenas que a través de Nueva Guinea y Borneo enlazan con los ejes asiáticos del plegamiento alpino. Pero la realidad es mucho más complicada. El arco australiano, como estructuralmente se denomina a esta cordillera, es el más occidental de los arcos del Pacífico, perceptibles unas veces en las orlas de archipiélagos, incluida Nueva Zelanda, y detectables otras en las fosas submarinas. La historia geológica de la Cordillera Australiana tiene episodios, cuya explicación se encuentra a muchos miles de kilómetros del continente. Todos los materiales que constituyen la cordillera son primarios o precámbricos, excepto una pequeña orla litoral en la que se disponen caóticamente terrenos mesozoicos. El eje de la cordillera es el gneis y pertenece a fases orogénicas muy dispares. En el extremo norte son frecuentes las extrusiones volcánicas. Todo este edificio estructural fue arrasado por las sucesivas penillanuras que se inscribieron en el viejo bloque cortical australiano. La misma fase orogénica que elevó unos 300 m. el bloque occidental levantó también los bloques orientales hasta más de 2.000 m. Los viejos materiales se fragmentaron en bloques, dando enormes escarpes de falla, horst y fosas tectónicas, que constituyen una de las originalidades morfológicas de la cordillera. Muchas de las antiguas líneas de fractura de dirección NOSE se rejuvenecieron al tiempo que surgían otras nuevas sensiblemente perpendiculares a las anteriores. La Cordillera Australiana se descompone así en un laberinto de bloques y fosas de direcciones contrapuestas, que hacen de la misma una alineación discontinua y abrupta tal como se ha explicado antes.
Depresión central. La tercera gran unidad del relieve australiano es la Depresión central, conocida también como Gran Cuenca Artesiana y cuenca del lago Eyre. Sin embargo, el nombre de Depresión central le conviene mejor, ya que en la misma se incluyen dos mitades diferentes: la cuenca Artesiana propiamente dicha y la cuenca del río DarlingMurray. Desde el golfo de Carpentaria al N, hasta la Gran Bahía Australiana al S, dejando al E la Gran Cordillera y al O el escudo australiano, se extiende una zona deprimida cuya altitud media es inferior a 100 m. y en ocasiones como en el lago Eyre, desciende por debajo del nivel del mar. Se trata de una depresión estructural, que ha venido funcionando a modo de geosinclinal desde el cámbrico. Pero los materiales, que actualmente colmatan la fosa, son en su mayor parte mesozoicos y terciarios. Durante el cretáceo, posiblemente en una transgresión del mismo signo que la cenomanense europea, las aguas de los mares epicontinentales de Insulindia penetraron por la escotadura del golfo de Carpentaria, colmatando la cuenca de Eyre y parte de la del Darling. Los movimientos ascensionales que se inician en el Terciario desaguaron la Cuenca Artesiana, iniciándose una evolución morfológica de tipo lacustre que todavía no ha concluido. Mientras la parte septentrional de la Depresión central emergía, se producía un movimiento inverso en la actual cuenca del Murray, colmatada por sedimentos marítimos del plioceno y aportes continentales recientes. Son estas diferencias, en cuanto a la génesis y evolución de la Depresión central, las que explican, juntamente con el clima, la diversidad morfológica.
Como se ha dicho, en la Depresión Central australiana cabe distinguir dos grandes unidades: la cuenca del Eyre y la del DarlingMurray, más una tercera en las costas del golfo de Carpentaria. Esta última es una región recorrida por multitud de pequeños ríos de régimen subtropical, que surcan la llanura en un haz de avenamientos muy poco jerarquizados. El más importante es el Flinders, que se prolonga unos 300 Km. hacia el interior. La cuenca del Eyre plantea uno de los casos más interesantes de morfología árida. Es una cuenca endorreica, salpicada de lagos salinos, el más importante de los cuales es el de Eyre, cuyas aguas se encuentran a 11 m. por debajo del nivel del mar. El origen del lago se desconoce, aunque parece estar en relación con los últimos episodios de la evolución morfológicoestructural de la cuenca. Se trataría, pues, de aguas residuales que quedaron retenidas durante el levantamiento del sustrato, a finales del Terciario. El drenaje hacia el lago se hace de una manera irregular por cauces que sólo funcionan espasmódicamente y cambian de emplazamiento de una vez para otra. Predominan en toda la zona los grandes llanos de suelo salino apelmazado, separados por líneas de dunas de 10 a 15 m. de altura y más de 100 Km. de longitud entre las que se abren los valles citados. Más al sur, la cuenca del DarlingMurray tiene una forma sensiblemente rectangular entre la Cordillera Australiana al NE, SE y S, y la alineación discontinua de los Flinders, Moine Barrier y Grey Range al NO.
A. es un continente macizo. Para una superficie de 7,7 millones de Km2 tiene un desarrollo de costas de 15.000 Km., la más baja proporción de costa por kilómetro cuadrado de superficie de todo el mundo. La estructura del continente explica los diferentes tipos de costas y sus accidentes. Al N, el accidente más notable es el golfo de Carpentaria, flanqueado al E por la península del cabo York, verdadera punta de lanza que se adentra 600 Km. en el mar, y por la fierra de Arnhem, al O, un viejo macizo, del que ya se ha hablado, profundamente dentellado y recortado en penínsulas e islas: isla de Groote Eylandt, península de Cobourg, islas de Bathurst y Melville, etc. Más al sur, las costas del macizo de Kimberley son abruptas y recortadas con profundos estuarios, como el de King Sound.
Entre la Tierra de Arnhem y el macizo de Kimberley se abre el golfo de José Bonaparte, coincidiendo con una depresión estructural y morfológica. Lo mismo sucede entre este último macizo y el de Hamersley. El Gran Desierto de Arena llega hasta el mar, formando una costa uniforme y suavemente cóncava en la bahía de Eighty Mile, cuyo nombre alude precisamente a las características de su contorno. Al pie del macizo occidental, la existencia de una amplia llanura
marítima ha permitido el desarrollo de una costa baja y recortada, como resultado de una evolución morfológica muy reciente. El accidente más notable es la bahía de Shark y la serie de cordones e islas que la cierran. Todavía más al sur, el litoral correspondiente al bloque granítico del sudoeste australiano es abrupto y rectilíneo, con algunos accidentes locales como la bahía de Perth. Al sur de esta ciudad el litoral dobla hacia el este en el promontorio de Frecinet, uno de los vértices continentales de A.
La costa meridional australiana es también muy pobre en accidentes. La Gran Bahía Australiana forma un seno de más de 1.000 Km. de longitud en la costa del Gran Desierto Victoria. El arco de costa es tan suave que resulta impropio hablar de bahía. Pero en la zona oriental del arco se han producido dos profundas entalladuras, de manera que el mar penetra muy al interior del continente. Son los golfos de Spencer y San Vicente, separados por la península de York y flanqueados, de la otra parte, por la península de Eyre y la isla Kanguroo. A partir de aquí hasta Sydney, la costa aparece muy accidentada por entrantes y salientes que han contribuido de manera decisiva al poblamiento de estas regiones meridionales de A. La bahía de Melbourne es buen ejemplo de ello. Hacia el norte, la costa correspondiente a la Cordillera Australiana, es abrupta y recortada, como consecuencia de la multitud de pequeños bloques hundidos y levantados, en que se resuelve la complicada estructura de la montaña, y de la acción erosiva de los cortos y caudalosos ríos que la surcan. Al norte de Brisbane, algunos pequeños entrantes y salientes e islas como la de Fraser no logran hacer desaparecer la impresión de costa rectilínea. El accidente más notable de este último tramo de costa es la Gran Barrera de Arrecifes Coralinos, que a lo largo de 2.000 Km, con una anchura de 100 a 300 Km., supone un obstáculo para la navegación de la zona. La Barrera Coralina se apoya en un bloque del zócalo antiguo, hundido a más de 100 m. de profundidad, que ha experimentado también movimientos de ascenso y descenso, según se desprende del estudio de los restos de coral.
b) Clima. El clima australiano aparece marcado por el signo de la aridez. Situada A. en medio de la zona tropical y no ofreciendo altitudes capaces de modificar sensiblemente las temperaturas, éstas cuentan muy poco en la caracterización climática regional del continente. La intensidad de las lluvias y el régimen de las mismas sirven para matizar las diferencias climáticas. A la latitud en que se encuentra A., la circulación general de la atmósfera es del este y del sudoeste. Son vientos húmedos procedentes del Pacífico Sur, que descargan su humedad contra las primeras alineaciones de la cordillera litoral, que recibe así más de 1.500 mm. de lluvia por año. Pero el régimen pluviométrico de los extremos oeste y sur de la cordillera no es el mismo. Desde Brisbane hasta la península de York reina un régimen pluviométrieo de tipo tropical, con un máximo durante el verano o dos máximos secundarios coincidentes con los pasos del sol sobre el cenit. A medida que se avanza hacia el norte al régimen pluviométrieo tropical se añaden aspectos que indican las proximidades del Ecuador. Esto se traduce en un incremento de las precipitaciones según se avanza hacia el norte. Brisbane recibe 1.370 mm. de lluvia anual (máximo y mínimo en febrero y septiembre), coincidiendo con el verano y el invierno austral respectivamente; MacKay, 1.910 mm.; cabo York, 2.008 mm.
Al sur de Brisbane, el régimen pluviométrico es algo distinto. Durante el verano, las altas presiones tropicales descienden muy al sur, hasta situarse sobre la costa meridional australiana. Las lluvias llegan entonces con dificultad a esta parte del continente. En cambio, durante el invierno sucede lo contrario. Las altas presiones se encuentran desplomadas sobre el centro del continente y son entonces los vientos del oeste los que producen lluvias en las regiones más meridionales de A. Port Macquarie recibe 1.530 mm., Sydney, 1.230 mm. (máximo en abril, en pleno otoño); y rápidamente se pasa a los 650 mm. de Melbourne, en un régimen típico de zona templada. Toda la periferia australiana, excepto la fachada occidental del continente y el seno de la Gran Bahía Australiana, recibe lluvias superiores a los 1.500 mm. Hacia el interior las lluvias decrecen rápidamente, de manera que las isoyetas dibujan círculos sensiblemente concéntricos hasta el lago Eyre, donde caen menos de 100 mm. anuales. Port Darwin en la Tierra de Arnhem recibe 1.580 mm.; Newcastle Waters, al sur de la anterior, en los límites del desierto, 490 mm.; Alice Springs, sobre el macizo de los Macdonnel, 270 mm.; Charlotte Waters, en los confines de la
cuenca de Eyre, 140 mm.; Port Augusta, en el interior de la bahía de Spencer, 240 mm. Un corte de E a O revela el mismo fenómeno. Bourke, en la cuenca del Darling, a espaldas de la Cordillera Litoral, recibe 340 mm. En la vertiente marítima caen más de 1.500 mm. Perth, en la costa occidental, a una altitud semejante a la de Sydney, no recibe más que 850 mm.; y Geraldton, algo más al norte, 450 mm.
Las temperaturas son en todas partes templadas o cálidas. Ningún punto de A. registra temperaturas medias anuales inferiores a 12°. Las más elevadas se dan en la región árida del O y en el N. Derby, inmediatamente al sur del macizo de Kimberley, 27,4°; Wyndham, al norte del mismo macizo, 29,4; Halls Creek, 25,1; Port Darwin, en la Tierra de Arnhem, 27,3. A medida que se avanza hacia el S, las temperaturas medias decrecen por efecto de la latitud: Alice Springs, 23,3°; Port Augusta, 19,4; Brisbane, en la costa oriental, 20,5; Sydney, 17,3; Melbourne, 14,6. Las diferencias estacionales son todavía más notables. Las amplitudes crecen rápidamente de N a S. En Darwin, la diferencia entre el mes más cálido y el más frío es de 3,8°; solamente de 3,1 en Geraldton; 11,5 en Perth. En la costa oriental la acción de los vientos oceánicos tiende a dar uniformidad a las temperaturas. Las máximas amplitudes se observan en el interior, donde a la continentalidad se añade la aridez, para dar temperaturas de invierno y verano muy contrastadas: Alice Springs, 19,8°; Bourke, 18,2. Las temperaturas máximas son altas. En las zonas litorales rara vez pasan de 36°, pero en el interior son frecuentes temperaturas medias máximas de hasta 46°. En cambio, las mínimas nunca descienden por debajo de 0°, salvo en lugares situados en la costa oriental a más de 1.000 m. de altura.
c) Vegetación y fauna. La sequedad del clima australiano condiciona la repoblación del tapiz vegetal. La mayor parte de A. aparece desnuda o recubierta por formaciones de vegetación esteparia. Pero lo interesante no es la exigüidad de la cobertera vegetal, sino las especies que la forman. Las cuatro quintas partes de las especies vegetales conocidas en A. son endémicas del país. A finales del triásico, o tal vez antes, quedó interrumpido el paso del estrecho de Torres, que unía a A. y Nueva Guinea. A partir de entonces, la evolución de la flora y fauna australiana siguieron líneas filogenéticas diferentes a las del resto del mundo. En A. se encuentran algunas de las especies vegetales y animales más antiguas existentes en la Tierra. La estabilidad del bloque cortical australiano ha permitido la supervivencia de especies animales antiquísimas, que en Asia o en Europa sólo se conocen en formas fósiles de mediados del periodo mesozoico. Otras, como el ornitorrinco y el canguro, constituyen eslabones preciosísimos en la evolución genética de las especies.
El número de especies animales autóctonos que se conservan es muy pequeño. La colonización de A. ha impuesto poco a poco la fauna europea, que está marginando a la del país.
Con la vegetación sucede lo mismo. Las especies arbóreas típicamente australianas son los eucaliptos (Eucaliptus Speneceriana, E. Corimbosa, E. peniculata, E. Dumosa, E. Marginata, etc.) y las acacias (Acacia Aneuca, A. Arpephylla, etc.). La distribución de la cobertera vegetal viene dada por la intensidad de las precipitaciones y por la amplitud de las oscilaciones térmicas. Conjugando ambos factores, se tiene el siguiente mosaico de tipos de vegetación: al norte, desde el macizo de Kimberley hasta la península del cabo York, se extiende una franja de vegetación arbórea abierta, constituida fundamentalmente por eucaliptus no maderables y algunas especies oriundas de las islas del norte. En los lugares en que se reciben lluvias superiores a los 2.000 mm., el bosque es denso y cerrado. En toda la costa oriental de A., que goza de precipitaciones elevadas, domina el bosque denso.
Entre los 20 y los 100 de latitud S, a lo largo de la costa Townsville hasta casi el extremo de la península de York, crece también un denso bosque ecuatorial constituido por especies oriundas de las islas próximas. Donde la intensidad de las precipitaciones disminuye, el bosque de tipo ecuatorial deja paso a otro formado por eucaliptos maderables, algunos de los cuales alcanzan 100 m. de altura. Hasta la latitud de Brisbane continúan las mismas formaciones, que se presentan más o menos densas a tenor de los cambios edáficos y pluviométricos. En cuanto se abandona la línea de la costa, el bosque se hace cada vez más claro, los árboles son más pequeños y otras especies menores anuncian ya las formaciones esteparias del interior. Desde Brisbane hasta el sur, la antigua vegetación de eucaliptos ha dado paso, en la línea de costa, a una vegetación mixta compuesta de plantas autóctonas y otras originarias de Europa. En la montaña se conservan varios manchones residuales de bosque.
El resto se ha convertido en pastizales para el ganado vacuno. Una vegetación semejante se extiende por la costa sudoeste, al norte de Perth.
En cuanto se abandona la orla costera, la vegetación se degrada probablemente de acuerdo con la disminución de las precipitaciones. A espaldas de la Cordillera Australiana, en el piedemonte interno de la misma, sobre una buena parte de la Gran Cuenca Artesiana y la del Darling, predomina un tipo de vegetación herbácea que sirve de alimento a los grandes rebaños de ovejas. Al norte crece una pradera de gramíneas y leguminosas herbáceas, conocida como mitohell grass o hierba mitohell, en cuya composición entran predominantemente especies de los géneros Astrebla e Iseilema. Al sur, sobre la cuenca del Darling, en la vecindad del lago Eyre, donde las precipitaciones no superan los 250 mm. anuales y el verano es muy seco, crece también una pradera de hierbas bajas, preferentemente holofitas, que forman un tapiz ralo y con enormes calveros. Esta formación se conoce con el nombre de saltbush y en su composición entran por igual plantas de los géneros Kochia, Atriplex y Stipa. La parte central del desierto australiano carece casi por completo de vegetación. Pero allí donde ocasionalmente se encuentra humedad crecen plantas de los géneros Senedio, Brachycomio y Friodia y algunos eucaliptos y acacias enanos y quebradizos. Al oeste de los desiertos centrales, próxima ya la costa occidental, se encuentran de N a S tres zonas de vegetación típica. La más septentrional, con precipitaciones de 250 a 500 mm., aparece recubierta por una formación abierta de acacias enanas llamada mulga, denominación ésta que sirve también para designar todas las formaciones similares del continente, aunque sean de acacias o mixtas de eucaliptos y acacias. Inmediatamente al sur de la línea del Trópico, con precipitaciones de escasamente 200 mm., la vegetación se halla constituida por acacias raquíticas, hierbas y arbustos de poco porte, a cuyo conjunto se le da el nombre de mulga árida. Finalmente, al sur de las anteriores, sobre el macizo granítico del ángulo sur del escudo australiano, la formación de eucaliptos se hace más densa, dando un bosque cerrado que se denomina malley, sobre la que se están llevando a cabo intensas talas con objeto de conquistar nuevas tierras de cultivo.d) Hidrografía. Las condiciones climáticas y topográficas hacen que A. no sea un continente de grandes ríos. Solamente hay un río verdaderamente importante por su longitud y caudal, el Murray y su afluente el Darling, con una longitud de 3.400 Km. y un caudal, en la desembocadura, de 1.800 m3/seg. Pero la red hidrográfica' australiana es muy densa, sobre todo en la costa oriental, donde una multitud de pequeños ríos descienden desde las cimas de la cordillera hasta el Pacífico. Estos ríos son caudalosos, a menudo torrenciales, y su régimen varía con muy pocas horas de intervalo. Todo ello se traduce en una fuerte irregularidad interanual y estacional, incluso para los ríos que se encuentran en plena zona tropical húmeda.
El Mackenzie, cuyo caudal ordinario es de 600 m3/seg. en la desembocadura, junto a Rockhampton, acusa riadas de hasta 21.000 m3/seg.; el Brisbane, en la ciudad del mismo nombre, ha llevado 10.000. Casi todos los ríos de Nueva Gales del Sur conocen avenidas que multiplican 15 ó 20 veces su módulo ordinario, aunque se trate de afluentes de la cuenca del Murray.
2. Población. Al describir el relieve australiano se ha podido notar cómo la mayoría de los accidentes del terreno tienen nombres propios de persona.
Los mismos nombres de ciudades se repiten por todo el país. Muchos accidentes geográficos se designan por términos aumentativos: Gran Cordillera, Gran Desierto, Gran Bahía, etc. Y es que A. es un continente mucho más nuevo que América. Nuevo no sólo por su reciente incorporación al mundo conocido, sino porque antes de la llegada de los primeros colonizadores, las poblaciones aborígenes se hallaban en un estado cultural equivalente a la Edad de Piedra de las civilizaciones superiores euroasiáticas (v. III y IV).
La configuración del continente y la aridez riel clima australiano fueron factores que alejaron de aquellas costas a los navegantes de los mares australes. Durante los últimos años del s. XV y a lo largo del XVI y XVII, los exploradores portugueses, españoles, holandeses e ingleses recorrieron con mayor o menor fortuna los mares australianos. Hasta 1644 en que Tasman terminó sus viajes de exploración, no quedó completada la circunnavegación del continente australiano. La costa oriental fue minuciosamente explorada por el inglés J. Cook (v.), en el último tercio del s. XVIII.
Los primeros europeos que se instalaron en A. fueron 770 presidiarios y 250 marinos que en 1788 desembarcaron en las cercanías de Sydney. Sucesivas oleadas de emigrantes, entre ellos los del famoso motín de la Bounty, fueron llegando a A. en los años siguientes. La población australiana de origen europeo era, en 1810, de 12.000 hab.; 37.000 en 1821, de los cuales una décima parte eran gentes libres o nacidas en el continente. En 1797 se introdujeron los primeros rebaños de carneros y se inició la búsqueda de rutas de penetración hacia el interior. Al mismo tiempo, por desavenencias surgidas entre los primeros colonos y los recién llegados, a la par que por intereses similares, se levantaron ciudades en lugares muy alejados de los primitivos asentamientos.
En 1803, se colonizó Tasmania (v.), y entre 1828 y 1836 se realizaron las primeras exploraciones del flanco interior de la Cordillera Australiana. La colonización de la parte occidental del continente no comenzó hasta mediados del s. XIX. La marcha de las exploraciones estuvo guiada por los intereses que producían los descubrimientos de metales preciosos. Durante muchos años, las regiones australianas tuvieron un poblamiento de aluvión. Ingentes masas de buscadores de fortuna se trasladaban de una parte a otra, según llegaban las noticias de los descubrimientos de oro. Entre 1851 y 1860 fueron hallados grandes yacimientos de este metal precioso en Nueva Gales del Sur, cerca de Sydney, y Victoria, a los que más tarde siguieron los de A. occidental. En 1990-93 el coeficiente de crecimiento anual de la población australiana era del 1,3%. En 1993 la tasa de natalidad era del 15%o y la de mortalidad del 7%o; la de mortalidad infantil era del 9%o; la esperanza de vida al nacer, de 77 años. Estas referencias estadísticas muestran grandes diferencias demográficas de A. respecto de los países vecinos. El 65% de la población australiana vive en las ciudades de la periferia del continente. Si en los s. XVIII y XIX hubo un proceso de colonización interior, después de la II Guerra mundial el proceso se ha invertido. El interior se despuebla, mientras crece la población de las ciudades costeras. A la tradicional inmigración de origen europeo, en la segunda mitad del s. XX ha seguido una fuerte corriente inmigratoria procedente de Filipinas y otros países del sudeste asiático. En 1900 A. tenía 3.765.000 hab., siete millones al comienzo de la II Guerra Mundial, 10.418.76l en 196l y 17,5 millones a finales del s. XX.
3. División regional. Los descubrimientos de oro atrajeron grandes cantidades de emigrantes. En 186l, A. contaba ya con 1.100.000 hab., que procedían en su mayor parte de Europa y de las regiones mineras del Oeste americano. A medida que se poblaba el continente se sentaban las bases de los distintos Estados, que con el tiempo se convirtieron en la actual federación australiana. A. Occidental se fundó en 1828; A. Meridional, en 1834; el Estado de Victoria, en 1837; y Queensland, en 1852. El Territorio del Norte perteneció hasta 1911 a Nueva Gales del Sur, fundada como primera colonia australiana en 1788. Cada territorio mantenía sus propias relaciones con la Corona británica, sin que existiera entre ellos ninguna vinculación política, si bien no había mayores dificultades para la práctica del comercio, y eran frecuentísimos los desplazamientos de población. En 1901, tras más de medio siglo de gestiones infructuosas, se formó la Federación Australiana o Commonwealth Australiana, dentro de la Commonwealth Británica, integrada por siete Estados, más un Territorio federal: Queensland (v.), Nueva Gales del Sur (v.), Victoria (v.), Tasmania (v.), Territorio del Norte, A. Meridional y A. Occidental. La capital federal es Canberra, con 300.000 hab. (1993).
Australia Occidental, con 2.525.500 Km2, es el más extenso de los Estados australianos. Su población es de 1,7 millones hab. (1993), de los cuales dos tercios viven en Perth, la capital del Estado y la única ciudad importante de esta parte de A.; la densidad del territorio es tan sólo de 0,6 hab/Km2. Pero teniendo en cuenta únicamente la superficie de los territorios con poblamiento estable, la densidad sube a 3 hab/Km2. La región más poblada de A. Occidental es el Swanland o Tierra del Sudoeste. Las precipitaciones varían aquí entre 600 y 1.000 mm. anuales, lo cual permite el desarrollo de una importante actividad ganadera basada en la cría de bóvidos y carneros y de una agricultura predominantemente de tipo mediterráneo.
A finales del s. XIX A. Occidental cobró merecida fama de país rico en oro. El Oeste australiano conoció las mismas avalanchas de buscadores de oro que el Oeste americano. Los yacimientos del macizo Kimberley comenzaron a explotarse en 1886; un año más tarde se descubrieron los de Southern Cross, al este de Perth, y poco después los de Big Bell, Leonora y sobre todo el riquísimo de Kalgoorlie-Coolgardie, donde el oro afloraba en filones de gran pureza,
recogiéndose el precioso metal, en los primeros días del descubrimiento, con pico y pala. Todos estos yacimientos siguen explotándose, pero sus rendimientos han descendido bastante. La colonización de las zonas interiores se explica únicamente por las minas. Para llevar agua al desierto se construyó un acueducto de más de 500 Km., que traslada el agua desde las cercanías de Perth hasta los campos auríferos. Al modernizarse las técnicas de extracción del oro, buena parte del agua se utiliza para el riego de cultivos pratenses y de consumo humano.
El Territorio del Norte cuenta con 1.347.519 Km2 de clima desértico en sus nueve décimas partes. La población no llegaba a 200.000 hab. en 1993, lo cual arroja una densidad ligeramente superior al 0,1 hab/Km2. El territorio nació como Estado federal en 1911, ya que hasta entonces se administraba desde A. Meridional y Nueva Gales del Sur. En 1928, se subdividió en A. Septentrional y A. Central, pero en 1933 volvió a constituirse de nuevo como un solo Estado. La aridez y, sobre todo, el desconocimiento de la existencia de recursos minerales, han sido la causa de la poca atracción que el Territorio del Norte ha ejercido sobre el poblamiento australiano. La capital es Darwin (80.000 hab. en 1993), situada en la costa noroeste de la Tierra de Arnhem, sobre una profunda escotadura litoral protegida por la isla de BathurstMelville. Ésta es la única parte con poblamiento hasta cierto punto denso (menos de 17 hab/Km2) con relación al resto del territorio. El clima sensiblemente lluvioso ofrece buenas posibilidades agrícolas. La ganadería apenas se ha desarrollado, y por todas partes domina la formación de malle y de eucaliptos enanos al sur, donde se entra en el corazón del desierto australiano. Ocasionalmente, allí donde se encuentran manantiales de aguas dulces, ha surgido una incipiente vida urbana, sobre todo en el macizo de los Macdonnel. La ciudad más importante es Alice Springs, casi en la misma línea del Trópico, cuya existencia se justifica por ser un jalón en la recta que desde el lago Eyre lleva hasta las costas del norte. El ferrocarril llegó a Alice Springs en 1927, época en que alcanzó su máxima importancia. Luego las comunicaciones aéreas han disminuido el papel de la ciudad. Las aguas subterráneas y las lluvias de verano permiten el crecimiento de pastos y la existencia de una agricultura de subsistencia en las cercanías de las ciudades, ninguna de las cuales llegaba a 10.000 hab. en 1993. Fuera de estos pequeños oasis, el resto del territorio se compone de roquedales de cuarcita, lagos salados y una formación vegetal de temporada, que crece con las lluvias, el Spinifex, una herbácea de alto porte y hojas punzantes propias de los desiertos australianos.
Al sur del Territorio del Norte se encuentra A. Meridional, con 1.500.000 hab. en 1993 sobre 984.000 Km2 (densidad: 1,5 hab/Km2). La capital es Adelaida (v.) con algo más de un millón hab. La delimitación política del territorio no ha tenido en cuenta las particularidades geográficas. A. Meridional es un mosaico de grandes y diversas regiones naturales. El norte del territorio es desértico, pero mientras la parte occidental pertenece al viejo escudo australiano, la oriental es ya cuenca del lago Eyre. A su vez, el extremo sudoriental se halla accidentado por la cordillera de los Flinders y sus ramificaciones meridionales sobre la Gran Bahía Australiana una de las zonas económicamente más activas de A.
La cordillera de los Flinders es, como la mayoría de las montañas australianas, un bloque muy antiguo levantado tal vez durante el plioceno. Este levantamiento produjo la ruptura del sustrato rocoso dando una serie de bloques que, hacia la cuenca del Murray, descienden escalonadamente desde una altura de 900 m. (montes Freeling, 951 m.) y hacia el oeste forman un dorso relativamente suave desde el que se domina la depresión de los lagos meridionales:
Torrens, Gairdner, etc. En el extremo norte del golfo de Spencer, los Flinders se desdoblan en dos ramas: una sigue la dirección EO, formando los Gawler Ranges; otra se dirige hacia el SO, hasta Adelaida. En una región naturalmente seca, la alineación de los Flinders, enfrentada transversalmente a los vientos invernales del oeste, se beneficia de lluvias superiores a los 400 mm. anuales, con lo cual se crea un reducto de humedad, que ha sido la base de la prosperidad agrícola y ganadera de la zona, a la que se han añadido posteriormente el descubrimiento de yacimientos de hierro y metales no férreos. Desde la península de Eyre hasta Adelaida, a lo largo de las costas de los golfos de Spencer y San Vicente, se ha desarrollado la más moderna área industrial de A.
Sus yacimientos de hierro de los Gawler Ranges son de los mejores del mundo, en especial los de Iron Knob e Iron Monach. Al fondo del golfo de Spencer se creó una serie de complejos industriales que incluyen plantas de concentrado mineral, puertos mineros, factorías, etc. El gran problema que planteaba la falta de agua fue resuelto con la construcción de un acueducto que lleva el agua desde el Bajo Murray a más de 500 Km. de distancia de las explotaciones. El desarrollo industrial del tramo meridional de los Flinders ha hecho perder importancia económica a la región del lago Eyre. Este ocupa una depresión situada a 11 m. por debajo del nivel del mar, su emplazamiento y su configuración son variables, pues dependen de la abundancia de las lluvias y de la altura que alcancen las aguas subterráneas. La cuenca del Eyre tiene más de 1.300.000 Km2, pero hay ríos de hasta 900 Km. de longitud, como el Coopers, que son en realidad amplios wadis o en el mejor de los casos ramblas intermitentes. La evaporación es tan intensa que el suelo está formado por una capa de sol de varios centímetros de espesor extremadamente dura. En otros tiempos pastaban aquí grandes rebaños de carneros que aprovechaban una vegetación raquítica fuertemente halofita. Hoy, esta región ha sido prácticamente abandonada por el ganado.
4. Economía. A. ha sido tradicionalmente un país ganadero y agrícola, abastecedor de los mercados europeos de carne, lana y cereales, especialmente los del Reino Unido. La aridez del clima de la mayor parte de A. hace que solamente se cultive un 4,3% de la superficie (33,2 millones de Ha.). Las praderas cultivadas o semicultivadas ocupan 446,1 millones de Ha. (581). A. cuenta con una gran riqueza ganadera: 170 millones de ovinos y 25 millones de bóvidos en 1993 que la convierten en el primer país del mundo productor de lana, 560.000 t. en 1993 (equivalentes al 291 de la producción mundial) y en uno de los grandes exportadores de carne. A. fue durante mucho tiempo la «despensa» del Reino Unido con el que la unen lazos muy estrechos de todo tipo. País de la Commonwealth (v.) siguió el ritmo de las oscilaciones de la economía británica. Participó con gran esfuerzo económico en las dos guerras mundiales y cuando Gran Bretaña devaluó la libra esterlina en 1967, A. se vio obligada a realizar profundos reajustes en su economía, tales como la sustitución de la libra australiana por el dólar australiano, equivalente entonces a 0,5 libras.
A partir de la I Guerra mundial, A. inició un proceso de despegue económico, haciéndose cada vez más independiente de los mercados europeos y buscando en los EE.UU., Extremo Oriente y el sudeste de Asia su propia área comercial. La campaña del Pacífico en la II Guerra mundial hizo que A. se convirtiese en trampolín para el abastecimiento de los ejércitos aliados que luchaban en la zona. Ello obligó a montar industrias de bienes de consumo de todas clases, metalurgia diferenciada, industrias pesadas, etc., y a intensificar la explotación de yacimientos minerales. Al mismo tiempo, la pérdida circunstancial de los mercados tradicionales obligó a diversificar la explotación agropecuaria en beneficio de cultivos industriales.
a) Agricultura y ganadería. A. es un gran productor de cereales y lana, pero la producción varía mucho de unos años a otros. Se practica el cultivo extensivo con rendimientos muy bajos por unidad de superficie: menos de 10 q/Ha. Ni siquiera se cultivan todas las tierras cada año. Depende de la coyuntura de los mercados internacionales. Como la cosecha australiana de cereales se coge en enero-febrero y se siembra hacia finales de junio julio, es posible prever la demanda de grano que habrá en los países consumidores del Hemisferio Norte, cuya recolección se efectúa mucho antes. En 1993, se produjeron en A. algo más de 10 millones de t. de trigo, duplicando la exportación en 25 años (4,4 millones de t. en 1966, 8,5 millones en 1991).
La creciente demanda mundial de productos alimenticios ha influido en la diversificación de la producción agraria australiana. Así, la vinculación de Cuba al área económica de los países del Este europeo, a partir de 1960, dejó abiertos amplios espacios a la competencia mundial de los países productores de azúcar. A. dobló su producción en menos de 10 años, alcanzando el primer puesto entre los países exportadores de azúcar en el área del dólar y de la libra esterlina: casi tres millones de t. en 1993. A. es el principal exportador de lana del mundo: 560.000 t. en 1993, más del 501 del comercio mundial. Los más importantes compradores de lana son, por este orden CEE, Japón y EE.UU. El comercio australiano de lana tropieza con la competencia de las lanas neozelandesas y con la invasión de fibras sintéticas. Así, las fluctuaciones del mercado son muy amplias. Por otra parte, las sequías ocasionan muchas pérdidas en el ganado y reducen el margen de beneficios. Pero estas fluctuaciones no afectan demasiado a la estructura económica del país, porque sólo el 5 % de la población se dedica a la agricultura. La industria y sobre todo las actividades del sector terciario ocupan a la mayor parte de la población.
b) Industria. El subsuelo de A. es enormemente rico y no se conocen aún todas sus posibilidades. Abundan los metales preciosos: oro, plata, diamantes y otros de utilidad creciente. Desde 1788 en que llegaron los primeros colonos europeos hasta 1851 el poblamiento fue lento, pero en esa fecha se descubrieron yacimientos de oro en Nueva Gales del Sur y en Victoria, que provocaron una gran afluencia de inmigrantes y el desplazamiento de grandes contingentes de agricultores hacia la minería. En Melbourne desembarcaron en 1852 siete veces más inmigrantes que en 1851. En 1852, se extrajeron más de 16 millones de libras esterlinas en oro de las minas de Victoria. Hacia 1860 había 50.000 hombres trabajando en las minas de oro. Aunque las explotaciones iniciales se encuentran prácticamente agotadas, los nuevos yacimientos descubiertos en A. Occidental y Queensland hacen de A. el cuarto país productor de oro del mundo, con más de 110.000 Kg. en 1993. La producción de plata en ese mismo año fue de 1.100 t. (9% de la producción mundial y 6.0 productor). Entre los metales no férreos, el cobre, el estaño y el aluminio tienen gran importancia: 39 millones de t. de bauxita en 1993 (primer país productor del mundo en ese año), 300.000 t. de cobre y 7.000 t. de estaño; 500.000 t. de plomo (primer país del mundo) en mineral, 800.000 t. de mineral de cinc (tercero del mundo) y 3.800 t. de uranio (cuarto del mundo).
Estos recursos minerales se explotaban hasta la II Guerra mundial por compañías de capital inglés que operaban desde Londres. La necesidad de atender a la demanda de material bélico hizo que los órganos de gestión se trasladasen a A. durante el transcurso de la guerra. Pero A. no ha conseguido crear una poderosa industria metalúrgica. El carbón se encuentra en abundancia, especialmente en Nueva Gales del Sur, en la cuenca de Newcastle, en torno a Sydney, cuyas reservas se calculan en 14.000 millones de t. en una extensión de 43.000 Km2. La producción de carbón ha ido en aumento: 1929, 10,5 millones de t.; 1955, 22,1 millones; 1993, 150 millones. La producción de petróleo ha crecido rápidamente: 1966, 400.000 t.; un año después, 1,1 millones; 1993, 30 millones.
Los yacimientos más importantes se encuentran en la cuenca del Moonie en las llanuras interiores de Queensland meridional. En cambio, escasea el hierro, cuya producción en 1966 fue de 7,3 millones de t. y de 7 millones en 1993. La mayor parte del mineral de hierro se exporta al Japón. En el país se producen 5 millones de t. de fundición y 6,2 millones de acero (1993). La industria metalúrgica se localiza preferentemente en la región sudoriental, en los Estados de Nueva Gales del Sur, Victoria y A. Meridional, y en la isla de Tasmania al sur de A., que encierra grandes yacimientos de minerales no férreos. SydneyRhodes, Port Hedland y Newcastle, Woodville y Port Pirie en Nueva Gales del Sur; Melbourne, en Victoria, y Adelaida, son centros siderúrgicos importantes.
La industria textil se ha desarrollado en poco tiempo. Sydney y Melbourne cuentan con las principales fábricas de tejidos. Se hila lana y también algodón, cada vez más cotizado en los mercados asiáticos. En 1993, los hilados de algodón sumaron 28.000 t. y 24.000 los de lana. Muy importante es también la industria química, especialmente la relacionada con la producción de fertilizantes, plásticos y caucho sintético. Para el escaso número de habitantes que la pueblan, A. cuenta con una importante industria automovilística: 350.000 vehículos a motor en 1993. La producción de energía eléctrica es de 135.000 millones de Kwh. (10% de origen hidrológico y el resto térmico). Las principales centrales térmicas se encuentran en los Estados de Victoria y Nueva Gales del Sur, y consumen lignito, cuya producción alcanzó más de 40 millones de t. (1993). El volumen del comercio internacional llega a alcanzar los 40.000 millones de dólares americanos en importaciones, y otro tanto en exportaciones. En 1993, el 57% de las exportaciones lo constituyeron: lana, cereales, carne y productos animales. La renta por habitante se cifra en 13.000 dólares americanos (1993).
5. División políticoadministrativa. A. se divide en seis Estados y dos Territorios (las capitales entre paréntesis, datos de 1993): Queensland (Brisbane, 1.300.000 hab.); Nueva Gales del Sur (Sydney, 3.600.000); Victoria (Melbourne, 3.100.000); Australia Meridional (Adelaida, 1.100.000); Australia Occidental (Perth, 1.200.000); Territorio de la capital australiana (Canberra, 300.000); Tasmania (Hobart, 200.000); Territorio del norte (Darwin, 75.000). No forman parte de la Federación, pero sí están dentro de la división políticoadministrativa australiana: las islas Norfolk, Aslunore, Cartier, Territorio de las Islas del Mar del Coral, Heard, McDonald, Cocos, Christmas; y el Territorio Antártico Australiano.
A. HIGUERAS ARNAL.
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seccion 1
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